Su historia de vida refleja una realidad vivida por muchas mujeres en Guatemala, una vida rodeada de opresión, control y malos tratos por parte de su marido. Por desgracia, una amplia parte de la sociedad guatemalteca sigue sumergida en la cultura machista y patriarcal, en la que son muy habituales los casos de maltrato de todo tipo hacia la mujer.
Catarina sufrió maltrato físico y psicológico desde el inicio de la relación con su marido, incluso durante los embarazos. Catarina dio a luz a 12 hijos, dos de ellos murieron a los pocos meses de vida y crió a 6 varones y 4 mujeres.
En el momento del nacimiento de su tercer hijo tuvieron que desplazarse a México, debido a la guerra que se desarrollaba en Guatemala.
A su vuelta a Guatemala la situación se complicó, Catarina nos relata lo siguiente: “Nos instalamos en una pequeña comunidad de Ixcán, llamada Xalbal, mi marido me prohibía salir de casa sola y además continuaba con los malos tratos, me pegaba, con el cinturón y con patadas.
Tomé la decisión de ir a vivir a la comunidad en la que vivo ahora, Chitalón, y me llevé a todos mis hijos conmigo. Él se quedó con todo lo que teníamos y lo vendió, tanto la casa y como los terrenos. Se quedó con todo el dinero que obtuvo, excepto una pequeña parte que dio a mis hijos, en cambio a mis hijas y a mí no nos dio nada. Él murió pocos años después.
Cuando vine a esta comunidad no tenía nada, los vecinos de la comunidad me ayudaron a construir esta casa y junto a ella construí un huerto y empecé a cultivar algunas frutas y verduras para alimentar a mi familia. Nunca he tenido luz eléctrica, ni agua corriente, así que cocino con leña y consigo agua del arroyo y de la lluvia.
Actualmente vivo sola y tranquila, sigo cuidando mi tierra, para poder salir adelante y recibo visita de una de mis hijas”.
Las mayores palizas eran cuando venía borracho a casa, yo trataba de proteger a mis hijos, él nunca paraba a pesar de que mis hijos lloraban. Se gastaba todo el dinero en alcohol, por lo que no teníamos suficiente dinero para alimentarnos, esto le enfadaba más y provocaba que me pegase más.
Tras dar a luz a mi quinto hijo quise operarme para no poder tener más hijos pero él no me dejó. Cuando mis hijas crecieron empezó a atacarlas a ellas y fuimos al juez de paz, él nos dijo que no podía hacer nada, que mejor nos fuéramos de casa.
Ayúdanos a hacer un cambio
Necesitamos su consentimiento para cargar las traducciones
Utilizamos un servicio de terceros para traducir el contenido del sitio web que puede recopilar datos sobre su actividad. Por favor revise los detalles en la política de privacidad y acepte el servicio para ver las traducciones.